lunes, 3 de diciembre de 2007

Los etarras registraron el coche de los guardias para confirmar que eran agentes

. MARTÍNEZ/J. PAGOLA. MADRID.
El hecho de que uno de los terroristas entrara en el vehículo de Raúl Centeno y Fernando Trapero para cerciorarse de que se trataba de agentes españoles avala aún más la hipótesis de que fue un atentado decidido sobre la marcha y no planificado con antelación, según subrayan fuentes de la lucha antiterrorista. La Policía francesa busca ahora en la región de Las Landas un piso que habría sido utilizado por individuos del entorno de «Txeroki», y cuyo registro podría apoportar importantes pistas relacionadas con el «aparato militar» de ETA, aunque la banda criminal lo haya considerado ya «quemado».
Poco a poco, la Policía gala perfila la reconstrucción de los hechos. Una labor que se ha visto dificultada por las contradicciones en las que han incurrido algunos testigos, algo normal en situaciones límites como un asesinato. Sin embargo, se mantiene la principal incógnita: ¿Qllevó a los criminales a sospechar de los dos agentes?
La versión más fidedigna a partir del relato de los testigos confirma que los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero acudieron a la cafetería y se sentaron en una mesa contigua a la que ocupaban los tres etarras, que habían llegado antes. Algo les debió de llamar la atención a los terroristas que les hizo sospechar que se encontraban junto a dos policías españoles. Las fuentes consultadas por ABC se inclinan por la hipótesis de que podrían estar controlados de antes, al haber sido detectados por los etarras en algún servicio anterior, ya que los guardias civiles se dedicaban desde hacía algún tiempo a recabar datos sobre movimientos de pistoleros en la región.
Tres disparos
De acuerdo, pues, con los testigos, a las nueve y media de la mañana, después de desayunar, Raúl Centeno y Fernando Trapero abandonaron el establecimiento y se dirigieron a su vehículo, un Peugeot 405 con placas de matrícula facilitadas por el Ministerio del Interior francés. Los etarras siguieron a los dos agentes y cuando éstos se introdujeron en el automóvil les encañonaron con sendas pistolas. Mientras uno de los etarras mostró una placa falsa de policía galo e increpaba en castellano a los agentes, el otro accedió a la parte trasera y comenzó a inspeccionarlo, con toda probabilidad, en busca de alguna pista que confirmara la sospecha de que se trataba de dos policías españoles.
A continuación, les dispararon por la espalda y a bocajarro. Los casquillos, tres, se hallaron en el interior del vehículo, lo que alimenta la hipótesis de que alguno pudo hacerse desde el asiento trasero. Centeno, que se encontraba en el asiento del conductor, recibió dos impactos de bala, según los resultados de la autopsia: el primero de ellos, mortal de necesidad, le alcanzó en la cabeza, mientras que el segundo le entró por el hombro. Trapero recibió un disparo en la cabeza que lo dejó en estado de coma. Una vez perpetrado el atentado, los terroristas huyeron a bordo de un Peugeot 307, con el que recorrieron casi 90 kilómetros hasta la localidad de Haut-Mauco, cerca de la capital de Las Landas, en una hora y diez minutos. En ese municipio secuestraron a la vecina Fanny Tihelt para apoderarse de su automóvil, otro Peuget 307 aunque modelo break, con el que recorrieron otros 110 kilómetros por carreteras secundarias antes de dejar atada a la propieta ria. En hacer ese trayecto tardaron dos horas y diez minutos, según el relato efectuado por la rehén, que fue abandonada atada a un árbol en un bosque, cerca de Burdeos.
Reaparecen cerca de Burdeos
Tras perderse el rastro, los etarras, al menos dos de ellos -un hombre y una mujer-, reaparecieron ayer en su rocambolesca huida. Parece que intentan desplazarse en dirección norte. Así, al menos dos de los tres terroristas intentaron robar otro automóvil en el término municipal de Perigueux, cerca de Burdeos, aprovechando un descuido de su propietario, que se había dejado las llaves puestas. Uno de los etarras se llegó a introducir en el coche, pero la decisión y valentía del dueño, que llegó a tiempo para ocupar el asiento del copiloto y forcejear con él, frustró los planes de los pistoleros. Entonces, tras encañonar al propietario, optaron por huir en otro coche que habían robado anteriormente pero,que, al parecer, querían cambiar.
Avanzan las investigaciones
La Policía trata de averiguar si en las inmediaciones aguardaba el tercer etarra o, si por el contrario, el grupo se ha separado tras la salvajada del sábado. Ello avalaría, en este sentido, la hipótesis de que los terroristas mantenían el sábado una cita. Probablemente el encuentro sería entre un cabecillas del «aparato militar» y los dos integrantes de un «comando» listo para entrar en España. La Policía francesa tiene muy avanzados los trabajos de identificación de los etarras en base a las muestras de ADN recogidas en la mesa que ocuparon en la cafetería, así como en su vehículo y en el utilizado por los agentes. Además, ha mostrado las fotos de los terroristas más buscados al personal y los clientes que en el momento del crimen se encontraban en el establecimiento o en el aparcamiento, así como a la mujer que fue retenida.
Al parecer, los testigos no han podido identificar al cien por cien a los etarras en base a estas fotografías. Cabe señalar que los pistoleros cambian a menudo su aspecto físico. Para compensar estos discretos resultados, los agentes galos han confeccionado retratos robots de los asesinos, que ahora contrastan con esas fotos. Asimismo, gracias a algunas pistas encontradas en el vehículo en el que huyeron tras el atentado, la Policía busca en la región un piso utilizado por cabecillas del «aparato militar». Su registro aportaría importantes datos, ya que ETA se habría visto obligada a abandonarlo precipitadamente.

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